Ordenación Diaconal de Norman McFall

Publicado: May 20, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San José de Pine Bluff el miércoles 20 de mayo de 2015. Se basa en las siguientes lecturas: Isaías 55,8-11; Salmo 19; 1 Juan 4,7-10; y Juan 15,9-17.


Obispo Taylor

Norman, tu camino a este momento es el más extraordinario que el de cualquier persona que he ordenado. Un hombre casado, un misionero bautista en Brasil que se supone trataba de convertir católicos y alejarlos de la fe, sólo para convertirte al catolicismo tú mismo … todo mientras conservabas un gran amor y aprecio por la fe en la cual fuiste formado como un bautista, y especialmente por el gran don de llegar a conocer a Jesús en la familia e Iglesia en la cual creciste, y la cual te había enviado a Brasil como misionero y te apoyó ahí.

Pero también tuviste la integridad de escuchar a Jesús que hablaba en tu corazón y el valor para seguir a donde él te guiaba, por difícil que eso fuera, humanamente hablando. Tú pudiste lograr esto porque habías sentido el amor de Jesús, sobre el cual él habla tan elocuentemente en la lectura del Evangelio que has elegido para tu ordenación. “Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor”.

Este amor — que te caracteriza tanto en la manera en que tratas a las personas — sirvió para profundizar tu relación con Laura y juntos caminar en aguas desconocidas. Cambiando de ser un capellán penitenciario bautista a un capellán penitenciario católico laico. Enseñando en la Escuela de San José en Pine Bluff.

Y tú harás esto no sólo con palabras, sino también por tu manera de vivir y por la manera en que tratas a los demás — con dignidad y respeto, independientemente de cualquier problema que puedan estar enfrentando.

Inscribiéndote para el programa del diaconado permanente y luego se te comunicó que habiendo sido un ministro bautista, tú podrías convertirte en un sacerdote católico casado. Desplazando ambas de sus vidas al Seminario de San Meinrad, Laura trabajando en la cocina, ambos viviendo en el pueblo, pero un seminarista como los demás … y sin embargo a diferencia de los demás: perdiéndote de la ceremonia de profesión de fe y del juramento de fidelidad porque aún estabas esperando (¡pacientemente y humildemente) el permiso de Roma, el cual llegó un mes después.

Un camino de fe como ningún otro. Un camino de amor en el cual Laura también comparte. Y muy pronto serás enviado después de esta ceremonia a compartir este amor con los demás, primero como diácono y luego después de un año, como un sacerdote ordenado de Jesucristo.

Así que encuentro muy significante que las lecturas que has elegido para tu ordenación sean todas acerca del amor. Como diácono predicarás, ayudarás a las personas a conocer a Jesús y a entender sus enseñanzas, y para hacer esto eficazmente tu primera tarea será despertar el amor por Dios en quienes te escuchan y amor por los demás, ya que en su Segunda Lectura Juan escribe: “quien no tiene amor no conoce a Dios”.

Y tú harás esto no sólo con palabras, sino también por tu manera de vivir y por la manera en que tratas a los demás — con dignidad y respeto, independientemente de cualquier problema que puedan estar enfrentando. Y en esta manera, a través de ti, ellos conocerán a Jesús como verdaderamente es y por lo tanto encontrarán vida, como Juan escribe: “en esta manera el amor de Dios fue revelado a nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que podamos tener vida eterna a través de él”.

Así que Norman, has venido a “entregar tu vida por tus amigos” como Jesús lo hizo por ti. Él te eligió a ti — en las palabras del Evangelio de hoy — y te nombra a “¡ir y dar fruto que permanezca!”.