Ordenación Diaconal de Stephen Hart y Matthew Glover

Publicado: May 25, 2016

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la parroquia de Cristo Rey en Little Rock el miércoles 25 de mayo de 2016. Está basada en las siguientes lecturas: Mc. 10, 32-45; 1 Reyes 17, 7-16; y 1 Pedro 1,18-25.


Obispo Taylor

Cuando el Obispo Kenneth Untener fue instalado como el Obispo de la Diócesis de Saginaw, Mich. en 1980, el año en que yo fui ordenado sacerdote, él comenzó su homilía apareciendo en el púlpito con una toalla de mesero sobre su brazo, sosteniendo una pluma y una libretita en su otra mano, listo para tomar la orden.

Sus primeras palabras a la congregación fueron: “Hola, me llamo Ken y yo seré su mesero”. ¡Qué imagen tan hermosa para cualquiera de nosotros que somos llamados al ministerio ordenado! Algo que Jesús les está enseñando a Santiago y Juan en el Evangelio que acaban de escuchar.

Santiago y Juan, junto con Pedro, fueron los primeros discípulos a quien Jesús llamó desde su trabajo como pescadores en la orilla del Mar de Galilea y estos tres formaron un grupo interno — los pilares — dentro del grupo más grande de los 12.

En nuestra segunda lectura Pedro nos llama al sincero amor mutuo, que debemos amarnos unos a otros “de todo corazón”. Y en el Evangelio de hoy ese amor y servicio se unen en la persona de Jesucristo quien “no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

Así que si Jesús iba a fundar su Iglesia sobre Pedro, como vemos en el Evangelio según San Mateo, Santiago y Juan querían saber ¿qué ganarían ellos cuando Jesús regresara en la gloria — sentados a su derecha y su izquierda, los lugares de mayor honor y poder?

No, la grandeza verdadera en el Reino de Jesús no se mide en poder, estatus o control de los demás sino en servicio humilde. Fíjense que aunque la salvación es un don que se nos da libremente, ¡la grandeza puede ganarse! Pero sólo puede ganarse mediante una vida de amor y servicio.

Entre más sacrificio haya en el servicio, mayor será el discípulo. Es por eso que en este Evangelio Jesús les dice a sus discípulos: “el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos”.

Esteban y Matt, estamos a punto de ordenarlos al diaconado y por supuesto que ustedes saben que la palabra “diácono” significa “siervo”. Lo cual significa que, en el mundo del Reino de Dios en donde todo funciona al revés, ustedes son llamados a la grandeza … ¡aunque sólo atendiendo las necesidades de los demás!

Pero no olviden que aunque son llamados a esta grandeza en el contexto del ministerio ordenado, esta grandeza está dentro del alcance de todos nosotros reunidos aquí hoy. De hecho, una razón por la cual somos apartados mediante la ordenación es para que podamos atender a esta comunidad de servidores más plenamente.

Esto incluye el vivir una vida que sea ejemplo para los demás del servicio desinteresado al cual todos los seguidores de Jesús somos llamados, inspirándonos a que hagamos lo mismo. Esto incluye ayudar a los demás a que utilicen sus propios dones para el servicio, atendiéndolos de una manera que los capacite para servir también. Esto incluye darnos cuenta cuando las personas están siendo desatendidas y ayudarlos con amor preferencial para atender su necesidad.

En la primera lectura de hoy vemos tanto a Elías como a la viuda de Sarepta haciendo obras diaconales — ayudándose uno al otro sacrificialmente, confiando en que Dios proveerá un camino para que sus esfuerzos den fruto.

En nuestra segunda lectura Pedro nos llama al sincero amor mutuo, que debemos amarnos unos a otros “de todo corazón”. Y en el Evangelio de hoy ese amor y servicio se unen en la persona de Jesucristo quien “no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

Esteban y Matt, es a esta vida de amor sacrificial a la cual se comprometen hoy. ¡Que Dios los bendiga y conceda que el buen trabajo que han comenzado se cumpla!