Domingo de la Divina Misericordia 2019

Publicado: April 28, 2019

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa de Esperanza y Sanación en el Centro Católico San Juan en Little Rock el domingo, 28 de abril de 2019.


Obispo Taylor

La primera mitad del Evangelio de hoy este Domingo de Divina Misericordia describe la aparición de Jesús a sus discípulos la noche misma del día de su resurrección de la muerte.

Diez de los 12 estaban presente: faltaban Judas y Tomás. En Mateo descubrimos que Judas se había quitado la vida el Viernes Santo, ahorcándose — probablemente ahorcándose en un árbol en desesperación y destinado a la perdición — ahorcándose al mismo tiempo que Jesús colgaba de la cruz para darnos esperanza y salvación.

Hay seis detalles muy importantes en este Evangelio.

Jesús nos enseña en el Padre Nuestro que todos nosotros estamos obligados a perdonar a los demás si nosotros queremos estar perdonados también. "Perdona nuestras ofensas como" — en la misma medida que — "nosotros perdonamos a los que nos han ofendido." Esto es a veces muy difícil de hacer, especialmente cuando el daño es grave, pero nos ayuda a encontrar sanación y así convertirnos en sobrevivientes — ya no solo víctimas — de aquellos que nos han hecho daño. 

(1.) Los discípulos estaban reunidos tras puertas cerradas por miedo que los adversarios de Jesús les haría lo que hicieron a él. Era por eso que se habían huido cuando le arrestaron.

(2.) Las primeras palabras que salieron de la boca de Jesús fueron "La paz sea con ustedes." El miedo de los discípulos no se limitaba al temor de enfrentar a los adversarios de Jesús. Mirar a un muerto entrar en el cuarto a pesar de puertas cerradas daría pánico a nosotros también, sobre todo un hombre quien habíamos abandonado en su hora de máxima necesidad ... ¡regresado tal vez para perseguirnos!

Pero eso no fue la intención de Jesús: él había venido para perdonar, reconciliar y enviar. Había venido para restaurar la paz en sus corazones que estaban rotos y llenos de remordimiento, y luego enviarles para llevar perdón y paz a los demás.

(3.) Par mostrar que no era un fantasma regresado para perseguirles, les mostró sus manos y su costado. Las heridas únicas demostraban que fue Jesús y el hecho que ellos podían tocarlas les hizo evidente que se trataba de un verdadero cuerpo humano resucitado y no un fantasma.

Y luego les sopló y les envió con la misión de perdonar pecados.

(4.) El soplar de Jesús sobre ellos nos acuerda de la creación original de Dios cuando Dios "insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente" (Gen 2:7). Ahora Jesús insufla nueva vida en sus discípulos, la nueva vida espiritual de la nueva creación de Dios.

En Génesis Adán aspira aire regular; aquí los discípulos aspiran el Espíritu Santo quien desde ahora en adelante obrará en ellos y por medio de ellos. Adán recibió la vida humana ordinaria: los discípulos reciben de Jesús la vida inmortal para ellos y por medio de ellos para otros.

(5.) Jesús convierte estos 11 hombres de discípulos en apóstoles; de seminaristas, para así decirlo, en misioneros. Hasta ahora han sido discípulos, una palabra que significa "estudiantes". Ahora les envía como apóstoles con una misión que cumplir — y es eso lo que significa la palabra "apóstol" — "aquellos que han sido enviados."

(6.) Y gran parte de esa misión es la de llevar la paz a otros por medio del perdón de sus pecados. Ya que Jesús les había perdonado su traición, diciéndoles "La paz sea con ustedes," les envía — y les obliga — comunicar a otros la misma paz y reconciliación que ellos mismos habían recibido tan inmerecidamente.

Este poder de perdonar pecados que Jesús dio a sus apóstoles se ejerce sobre todo por medio del sacramento de penitencia, pero no sólo allí. Jesús nos enseña en el Padre Nuestro que todos nosotros estamos obligados a perdonar a los demás si nosotros queremos estar perdonados también. "Perdona nuestras ofensas como" — en la misma medida que — "nosotros perdonamos a los que nos han ofendido." 

Esto es a veces muy difícil de hacer, especialmente cuando el daño es grave, pero nos ayuda a encontrar sanación y así convertirnos en sobrevivientes — ya no solo víctimas — de aquellos que nos han hecho daño. Es posible que aún deban rendir cuentas en el foro externo, pero el perdón en el foro interno de nuestro corazón rompe su poder sobre nosotros y nos brinda sanación, incluyendo en casos extremos; por lo tanto, esta Misa de esperanza y sanación para las víctimas del abuso sexual por el clero.

Hoy es el Domingo de la Divina Misericordia, un día para estar presente con esos 10 discípulos reunidos tras puertas cerradas esa primera noche de Pascua y luego una semana después con Tomás.

Jesús nos habla palabras de paz, nos libera de nuestros temores, nos perdona los pecados, restaura la paz a nuestros corazones rotos y llenos de remordimiento, nos insufla la vida eterna de la nueva creación de Dios y luego nos envía para llevar a otros la misma paz y reconciliación que nosotros hemos recibido tan inmerecidamente.