Misa por la Vida 2015

Publicado: January 18, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa por la Vida anual en el Centro de Convenciones Statehouse en Little Rock el domingo 18 de enero, 2015. Está basada en las lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Año B.

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Obispo Taylor

¿Qué te trajo aquí hoy? Ninguno de ustedes llegó aquí por pura casualidad. Algunos de ustedes vinieron como participantes en nuestro Gran Espectáculo Juvenil con otros adolescentes de su parroquia. ¿Cuántos de ustedes están aquí por primera vez? ¡Bienvenidos! Otros de ustedes comenzaron a venir a esta Misa por la Vida desde hace años. Pero ninguno de ustedes vino aquí por casualidad. Vinieron en respuesta a un llamado de Dios, la fuente de la vida, algo así como las historias vocacionales que tenemos en las lecturas de nuestras Escrituras hoy.

En nuestra primera lectura tenemos el llamado de Samuel cuando aún era joven. De hecho, Dios ya tenía un plan para él ya desde el primer momento de su concepción. Su llamado lo mantuvo despierto durante la noche. Cuando sucedió la primera vez pensó que lo que estaba sintiendo era de origen meramente humano, y pensó lo mismo cuando sucedió la segunda y tercera vez.

Pensó que Elí el sacerdote quería que hiciera algo, pero Elí respondió que no era él: era Dios, la fuente de la vida, quien lo estaba llamando y la próxima vez que sintiera el llamado, Samuel debería responderle a Dios, “Habla, Señor; tu siervo te escucha”. Apuesto que algunos de ustedes jóvenes han pasado por la misma experiencia … tal vez algunos de ustedes participantes mayores también.

Los nombres hebreos tienen un significado literal y Samuel puede significar “Dios escucha” o “Él escucha a Dios”.

Un impulso en su corazón que no se va, lo cual no comprenden la primera vez que sucede, o incluso la segunda o tercera vez, y lo cual puede hacer que sientan algo de miedo porque sienten que este sentimiento que tienen no es de origen humano. Ya pueden decir que de alguna manera este llamado a una vida más plena proviene de Dios. De hecho, se deriva de algo que Dios ha plantado en ti ya desde el primer momento de tu concepción. Quieren ignorarlo pero ese impulso en su corazón sigue regresando.

Los nombres hebreos tienen un significado literal y Samuel puede significar “Dios escucha” o “Él escucha a Dios”. Ambos significados del nombre nos describen a nosotros también. Dios escucha nuestras oraciones y nosotros tratamos de escuchar a Dios. El motivo por el cual nos reunimos aquí hoy es para orar por los bebés aún no nacidos a Dios quien escucha porque hemos escuchado a Dios respecto la santidad de la vida y hemos respondido a su llamado para dar testimonio de ella y defenderla. Pero no olviden, el llamado de Dios abarca toda la vida. Dios llamó a Samuel para dar testimonio de él en muchas cosas, porque todo lo que tiene que ver con la fidelidad a Dios, la fuente de la vida, está interconectado. Lo mismo es cierto para nosotros a quienes Jesús llama a seguirlo hoy.

Vemos algo similar que está sucediendo en nuestro Evangelio. Dos hombres que ya habían respondido al llamado de Dios inicialmente —ellos eran seguidores de Juan el Bautista — fueron redirigidos por Juan a Jesús. Luego uno de ellos, Andrés, fue a donde estaba su hermano Simón Pedro y luego los tres dejaron todo para seguir a Jesús.

Tal vez algunos de ustedes están sintiendo lo mismo: ya han respondido inicialmente al llamado de Dios, han estado muy involucrados, tal vez en un área particular de la vida eclesial … y ahora parece que el Señor está redirigiéndolos a hacer algo que exige mucho más, una respuesta más completa, más profunda y con más compromiso — un llamado a dejar todo para seguir a Jesús también. Algunos de ustedes tal vez sean como esos dos discípulos de Juan el Bautista — comprometidos, por lo menos en parte del camino. Otros de ustedes son como Pedro, que lo llevaron a donde estaba el Señor — ¡o por lo menos a esta Misa! Por alguien conocido. Tal vez esta es la primera vez que sienten el llamado de Dios.

El Papa Francisco ha designado el 2015 como el Año de la Vida Consagrada para promover las vocaciones religiosas. Yo diría que especialmente las vocaciones de mujeres a la vida religiosa — ustedes mujeres, brindan dones de ternura que nuestro mundo necesita desesperadamente. Pero también las vocaciones al sacerdocio diocesano y las vocaciones de hombres a las órdenes religiosas. Vivimos en un mundo donde se necesita desesperadamente este testimonio radical del Evangelio de la Vida.

Como dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: “Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno.

Debido a que todo lo que tiene que ver con la fidelidad a Dios está interconectado, nuestra respuesta al llamado de Dios para dar testimonio de la santidad de la vida comienza hoy con esta Misa, orando a Dios quien nos escucha, y luego nos reta a escuchar a Dios como lo hizo Samuel, a Dios quien usa momentos como este no sólo para invitarnos a seguir a Jesús más de cerca, sino abrazar plenamente nuestro papel en el plan de Dios, el llamado que Dios ha plantado en ti ya desde el primer momento de tu concepción. ¡Ese es el único testimonio pro-vida que es realmente completo! “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.