Misa de la Fiesta de Sta. Teresa de Kolkata 2016

Publicado: September 5, 2016

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante la Misa anual en memoria de la ahora Sta. Teresa de Kolkata (anteriormente Madre Teresa de Calcuta) en la Iglesia de Nuestra Señora del Buen Consejo en Little Rock el lunes, 5 de septiembre, 2016. Estuvo basada en estas lecturas: Isaías 58,6-11; Salmo 33; 1a Juan 4,7-16; y Mateo 25,31-46.


Obispo Taylor

Este año estamos celebrando el gran Jubileo de la Misericordia de Dios y pues es apropiado que éste sea el año en el cual la Iglesia canonice a la Madre Teresa, una de las mayores apóstoles de la misericordia de Dios en nuestros tiempos.

Y que llevemos a cabo nuestra celebración diocesana aquí en esta parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo, la parroquia de las Misioneras de la Caridad en nuestra diócesis y el hogar de nuestra Puerta Santa, a través de la cual tantos peregrinos han pasado durante este Jubileo. Y en una Iglesia dedicada a nuestra Señora, quien estuvo muy cerca al corazón de la Madre Teresa.

Todos los temas principales de este año santo giran en torno a las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales, y de hecho las Obras de Misericordia Corporales provienen de la parábola del Juicio Final, la cual se encuentra en la lectura del Evangelio que la Iglesia ha asociado con la Fiesta de la Madre Teresa y la cual acaban de escuchar: “Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”.

En esto, la Madre Teresa es un ícono elocuente de la misericordia de Dios y un ejemplo inspirador a seguir para nosotros. Y pues el Señor nos envía desde esta celebración de la Madre Teresa a alimentar a los hambrientos como lo hizo ella, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, hospedar al forastero, visitar a los enfermos y presos y enterrar a los muertos.

Cuando estuve en vacaciones el mes pasado leí un libro sobre la Madre Teresa, editado por el Padre Brian Kolodiejchuk, MC, el postulador de la causa de santidad de la Madre Teresa titulado" “Un Llamado a la Misericordia: Corazones para Amar, Manos para Servir”.

La Congregación para las Causas de los Santos ha identificado dos caminos básicos hacia la canonización: la virtud heroica y el martirio, pero de hecho todos los santos son virtuosos heroicamente y todos los santos son mártires — testigos valientes de Cristo — incluso aquellos que entregan su vida sin haber tenido que derramar su sangre … y por supuesto que la Madre Teresa fue ambos.

Y ¿cómo estructura la Iglesia su investigación en cuanto a la virtud heroica — o la falta de ella — de personas propuestas para la canonización? Les puedo decir que habiendo trabajado en la causa del martirio del Padre Rother las preguntas sobre la virtud heroica giran en torno a las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales. La virtud no es solamente una realidad interna, ni tampoco es solamente evitar el pecado. Más bien, si es genuina, siempre dará frutos en las obras de misericordia.

Por lo tanto, el Padre Kolodiejchuk organiza su libro en torno a lo que la Madre Teresa ha dicho sobre cada una de las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales, y luego provee el testimonio de otras personas sobre las maneras concretas en que ella dio testimonio de Jesús por la manera en que ella encarnó cada una de estas obras de misericordia en su servicio amoroso y valiente hacia los más necesitados.

Pero saben, el propósito de publicar un libro y de emprender una investigación que conduzca a una canonización no es para que la Madre Teresa llegue al Cielo — ella está ahí independientemente de lo que digamos o hagamos o no hagamos.

El propósito de todo esto es ayudarnos, inspirados por su ejemplo, a avanzar en el camino de la santidad nosotros mismos, para seguir a Jesús más fielmente nosotros mismos, para vivir vidas de virtud heroica nosotros mismos, viviendo una vida marcada por las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales nosotros mismos, mártires — personas que den testimonio de la gran Misericordia de Dios que Él nos ofrece en Jesucristo — ya sea terminando por derramar nuestra sangre por Él o terminando por entregar nuestras vidas por Él en alguna otra manera.

En esto, la Madre Teresa es un ícono elocuente de la misericordia de Dios y un ejemplo inspirador a seguir para nosotros. Y pues el Señor nos envía desde esta celebración de la Madre Teresa a alimentar a los hambrientos como lo hizo ella, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, hospedar al forastero, visitar a los enfermos y presos y enterrar a los muertos.

Y también para emprender las Obras de Misericordia Espirituales: instruir al ignorante como lo hizo ella, aconsejar al que tiene duda, corregir a los pecadores, sufrir con paciencia las flaquezas del prójimo, perdonar las ofensas, consolar a los afligidos y rezar por los vivos y los muertos.

Eso es el punto de este Año de la Misericordia y es el gran fruto que debe resultar de esta canonización de la Madre Teresa: que nosotros, habiendo recibido la misericordia de Dios nosotros mismos, vayamos luego a vivir una vida de virtud heroica nosotros mismos, entregando nuestras vidas como testigos valientes de Cristo.