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Diócesis Católica de Little Rock
Publicado: April 17, 2010
Este es el primer artículo de una serie de trece
Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
La mayoría de nosotros sabemos que hay cuatro evangelios en nuestro Nuevo Testamento: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Recientemente, hemos tenido noticias, libros, películas y programas de televisión que informan de la existencia de otros escritos antiguos que también dicen ser evangelios, pero que no están en el Nuevo Testamento. Como consecuencia de esto, mucha gente podría estar preguntándose por qué solamente hay cuatro evangelios en la Biblia.
La respuesta es sencilla. La mayoría de las comunidades cristianas extendidas por el Imperio Romano durante los tres o cuatro siglos después de Cristo, no encontraba en esos llamados evangelios nada que resonara con su fe en Jesús. El Jesús de esos otros libros no era el Jesús que tan claramente reconocían en los cuatro evangelios que sí pasaron a ser parte del Nuevo Testamento.
La pregunta más frecuente, sin embargo es, por qué hay cuatro ... ¿no debería ser solamente uno? Al contar la vida de Cristo ha habido siempre una tendencia entre los cristianos a tomar todo lo que leemos sobre nuestro Señor en los cuatro evangelios y juntar toda la información. Eso se ve claramente cuando contamos la historia de Navidad.
Solamente Mateo y Lucas nos dicen algo sobre el nacimiento de Jesús, y cada uno de ellos lo hace desde una perspectiva distinta. Mateo se centra en el papel de José y Lucas en el de María. Los detalles de sus relatos son muy distintos en algunos aspectos, y muy parecidos en otros. En el relato de Mateo no hay viaje a Belén, no hay establo y no hay pastores. En el de Lucas no hay Magos. Ambos tienen ángeles, pero en Mateo la anunciación de los ángeles se le hace a José, mientras que en Lucas, Gabriel se le aparece a María. La virginidad de María se pone de relieve en los dos.
El descubrimiento de que muchos de los detalles sobre el mismo acontecimiento que se describen en los evangelios son distintos de un evangelio a otro a veces preocupa a los cristianos, que naturalmente, leen los evangelios con fe en su inspiración divina. Se supone a veces que la inspiración divina evitaría diferencias en los evangelios que hablan de un mismo acontecimiento.
La inspiración divina actúa en y a través de los autores humanos de la Sagrada Escritura de tal manera que la verdad de las acciones salvíficas de Dios y la voluntad y el plan de Dios para nuestra salvación se comunican sin error o confusión. Dio es verdaderamente el autor de la Escritura. Los humanos implicados en la redacción, sin embargo, no son menos autores de la Escritura que cualquier otro ser humano que elabore una obra literaria (Ver Dei Verbum, 11).
Lo que se les hace cada vez más evidente a los expertos bíblicos es que las diferencias entre los cuatro evangelios existen, no porque los evangelios estén en conflicto unos con otros, sino porque cada evangelio se centra en comunicar sus propias iluminaciones en la vida y misión de nuestro Señor. La obra del experto bíblico, P. Francis Moloney, The Living Voice of the Gospels (La Voz viva de los Evangelios) es una exploración de la perspectiva especial de cada evangelio; es muy fácil de leer.
Mateo, Marcos y Lucas tienen relatos de la transfiguración de Jesús en el monte donde habló con Moisés y Elías, pero solamente en Lucas leemos que Jesús se transfiguró mientras oraba. La vida de oración de Jesús se enfatiza en muchos lugares en Lucas. En Mateo y Marcos se enfatizan más otros aspectos.
Muchas de las diferencias entre los evangelios surgen de haber sido escritos para responder a las necesidades espirituales de las comunidades originales a las que se dirigían. Marcos escribía para una comunidad (quizás en Roma) que necesitaba valor para enfrentarse a la persecución. Su evangelio pone de manifiesto la importancia de la cruz de un modo en que no lo hace ningún otro evangelio. Mateo se escribió para una comunidad que incluía a muchos judíos seguidores de Jesús. El respeto de Jesús por la ley judía y su figura como profeta mayor que Moisés se enfatiza de manera especial en Mateo.
El objetivo más alto de cada uno de los evangelios no es ser un documento histórico estricto, sino ser un testamento teológico del significado de la vida de Jesús. Fueron inspirados para traernos la buena noticia de la salvación de Dios en Jesucristo y esa buena noticia es como un diamante de muchas caras. Cada evangelio nos trae un encuentro especial con Cristo. Los encuentros son distintos, pero reales. Cada uno de ellos es importante y cada uno de ellos se relata de manera especial para hacer posible tal encuentro. Son verdaderos en el mejor sentido de la palabra.
Los buenos comentarios bíblicos y las Biblias con buenas introducciones y notas (como La Biblia de nuestro pueblo) ayudan a los lectores modernos a descubrir las ricas luces teológicas de cada evangelio. Las diferencias entre los evangelios a veces son desafiantes pero, cuando se estudian cuidadosamente, nos recompensan con una visión más clara de nuestro Salvador.
Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 17 de abril de 2010. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.