Jesús enseñaba con la autoridad de obras magníficas y hechos poderosos

Publicado: August 14, 2010

Este es el 5º artículo de una serie de trece

Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock

En una auténtica tradición profética, Jesús enseñaba y revelaba a través de sus acciones además de sus palabras. Incluso donde y cuando enseñaba eran en sí mismos signos importantes de su autoridad y propósito. El Sermón de la Montaña (Mateo 5-7) nos dice mucho sobre Jesús incluso antes de escuchar la primera bienaventuranza. “Cuando vio a las multitudes, subió a la montaña y cuando se sentó, sus discípulos vinieron a él. Y empezó a enseñarles…” (5,1-2ª).

Escuchar la Buena NuevaEn la tradición bíblica, las montañas eran lugares de encuentro con Dios, y en el Antiguo Testamento, la más importante es Sinaí, donde Moisés recibe los Diez Mandamientos. Desde Sinaí, por tanto, y a través de Moisés, Israel recibe su concepción fundante de su alianza con Dios.

Las autoridades religiosas del tiempo de Jesús enseñaban desde una posición sentada (ver Mateo 23,1-2). El que Jesús suba a la montaña y se siente a enseñar es una clara indicación de Mateo de que la enseñanza de Jesús tiene tanta autoridad para Israel como la enseñanza de Moisés. Desde casi el comienzo del Sermón de la Montaña, nos damos cuenta de que Jesús es un maestro incluso mayor que Moisés.

En Mateo 5,21-22 leemos: “Ustedes han oído lo que se les dijo a sus antepasados: `No matarán, y quien mate es reo de juicio.´ Pero yo les digo que quien esté enojado con su hermano será reo de juicio.” El mandamiento contra matar es uno de los Diez Mandamientos entregados por Moisés a Israel. La enseñanza de Jesús asume la autoridad de añadir, o incluso cambiar la Ley de Moisés.

Tradicionalmente, los relatos de los milagros de Jesús se han considerado demostraciones de la divinidad de Jesús, pero también declaran claramente la misteriosa naturaleza de lo que Jesús llamó “el reino de Dios” (Normalmente mencionado como el reino del cielo en Mateo). Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a pensar en el cielo como el reino de Dios, pero en el lenguaje bíblico, se entiende el reino como una realidad celestial que busca hacer su hogar aquí en la tierra.

En el evangelio de Marcos se nos introduce al ministerio de Jesús por medio del mensaje que proclamó Jesús: Este es el tiempo de la plenitud. El reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el evangelio. (1,15) El evangelio, la Buena Nueva que predicó Jesús fue que la realidad del reino de Dios en los asuntos humanos estaba cerca… ¡tan cerca que casi se podía tocar!

Había distintas expectativas sobre lo que eso podría significar en el tiempo de Jesús. Muchos probablemente se burlaran del concepto. Otros habrían estado esperando ansiosamente un Mesías que liberara a Israel de los opresores romanos. Para quienes asociaban la llegada del reino de Dios con “el día del Señor,” se podría haber considerado como un mensaje de llanto y crujir de dientes.

La advertencia del profeta Amós a este respecto está muy clara (5,18): “¡Ay de quienes esperan el día del Señor! ¿Qué significará este día del Señor para ustedes? ¡Oscuridad y no luz!” Juan Bautista estaba preparando a Israel para lo que él llamaba “el día de la ira” (Lucas 3,7).

¿Qué tipo de mensaje enviaba Jesús sobre el reino de Dios? Era un mensaje mezclado. Se advertía a quienes lo ignoraban que lo que llegaba era de hecho un juicio contra ellos. “¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los prodigios que se han hecho en ti se hubieran dado en Tiro y Sidón, se habrían convertido y vestido de saco y cenizas” (Mateo 11,21). Los prodigios hechos entre ellos son el mensaje que deberían haber entendido.

La clave del mensaje de Jesús, con todo, está en la experiencia de la gente de que Jesús es quien los introduce en la cercanía (la realidad de su persona) del reino de Dios. El reino de Dios les llega en la experiencia de ser curados y perdonados. En el Sermón de la Montaña, Jesús les enseña que debemos perdonar a quienes nos ofenden, amar a nuestros enemigos, reconciliarnos unos con otros. Cuando nos conducimos de esa manera, la voluntad de Dios se cumplirá en la tierra como en el cielo. ¡El reino de Dios está cerca!

En los milagros de Jesús, sin embargo, los enfermos, los hambrientos, los necesitados y los olvidados de la sociedad humana experimentan la sociedad de Dios—la ciudadanía en el reino de Dios. Son sanados, perdonados, alimentados, y recibidos de nuevo a la relación con el pueblo de Dios.

Preguntas para la reflexión y discusión
  • ¿Por qué es importante la postura de Jesús en el mensaje del Sermón de la Montaña?
  • ¿Qué mensajes transmiten los milagros de Jesús sobre el reino de Dios?
  • ¿Qué acontecimientos de tu vida te hacen sentir la cercanía del reino de Dios?
  • ¿Cuáles son algunas de las acciones que podría emprender tu comunidad parroquial para enseñar la cercanía del reino de Dios?

 

Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 14 de agosto de 2010. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.