Ordenación Diaconal de Ramsés Mendieta

Publicado: May 20, 2016

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la parroquia de la Inmaculada Concepción en North Little Rock el viernes 20 de mayo de 2016. Está basada en las siguientes lecturas: Jer 1: 1, 4-9; 1 Cor 12, 31-13.13; y Jn 12, 24-26.


Obispo Taylor

En el transcurso de dos semanas celebraré ocho Misas de ordinación, lo que me da la oportunidad de hablar más ampliamente sobre el ministerio ordenado de lo que sería posible en una sola ceremonia.

Pero lo que todas estas ordenaciones tienen en común es que a través de la ordenación nos convertimos en un ministro de palabra, sacramento y caridad, en el cual nuestra vida se convierte en una vida que se vive por los demás.

Así que Ramsés, en vista de la lectura de Jeremías que elegiste como la primera lectura para tu ordenación, quisiera enfocarme en el hecho de que hoy tú te conviertes en un siervo ordenado de la palabra de Dios, lo cual es otra manera de decir un siervo de la voluntad de Dios — su voluntad, no la tuya — por ejemplo, en las homilías explicando lo que el Señor tiene que decir, ¡sin retorcerlo en lo que Ramsés desearía que el Señor hubiera dicho.

Lo que estoy tratando de decir es que aunque el celibato requiere sacrificio y muerte a uno mismo, tú descubrirás que es un don que te permite amar a los demás más plenamente y más libremente, siguiendo el ejemplo de Jesús quien también fue célibe — probablemente por esa misma razón — y quien te dará la gracia que necesitas para vivir con dedicación plena las promesas que haces hoy.

Esto es un peligro, especialmente cuando tememos que no les va a gustar a la gente lo que Jesús tiene que decir. A todos nos gusta quedar bien con la gente, pero las Sagradas Escrituras dicen claramente que hay solo una persona que debes preocuparte en complacer y esa persona es el Señor.

Ramsés, ¿qué estaba en tu mente cuando elegiste el llamado de Jeremías para tu primera Lectura? — en la cual Dios dice: “irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte”. Palabras hermosas, pero no olvidemos que no fue fácil para Jeremías. El país estaba en crisis, él se oponía a la corrupción e idolatría con todas sus fuerzas, él soportó ser arrestado, encarcelado y humillado públicamente.

Vemos hoy cuán grande fue entre los profetas, por lo que podemos olvidar fácilmente que su influencia fue mayor después de su muerte que antes. A pesar de todas sus tribulaciones, Jeremías se mantuvo enfocado en estas mismas dos cosas: 1.) él era un siervo de la Palabra de Dios sin importar lo que le costó personalmente; y 2.) la única persona a quien realmente tenía que complacer era el Señor.

Ramsés, como diácono preparándote para el sacerdocio, prometerás celibato “por causa del Reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hombres”. Ser célibe requiere mucho más que ser sólo un “soltero confirmado”. Algunos hombres son solteros porque no pueden hacer un compromiso permanente, pero tu promesa de celibato es para toda la vida.

Algunos son solteros porque son demasiado egoístas para hacer espacio en su vida para otra persona, pero tu celibato te liberará para hacer espacio en tu vida para muchas más personas de lo que sería posible como un hombre casado o como un soltero confirmado.

Algunos permanecen solteros porque no hay mujer suficientemente buena para ellos, pero como persona célibe tú no estás buscando una relación exclusiva con la mujer perfecta — lo cual te liberará para amar incluso a las personas más desagradables — a quien Dios ama y confía a tu cuidado.

Lo que estoy tratando de decir es que aunque el celibato requiere sacrificio y muerte a uno mismo, tú descubrirás que es un don que te permite amar a los demás más plenamente y más libremente, siguiendo el ejemplo de Jesús quien también fue célibe — probablemente por esa misma razón — y quien te dará la gracia que necesitas para vivir con dedicación plena las promesas que haces hoy.

Y ahora quisiera dirigirme en particular a los hombres jóvenes presentes en nuestra congregación hoy que no son seminaristas — al menos todavía no. ¿Sientes que el Señor está jalando tu corazón? ¿Sientes algo personal que te emociona pero temes considerarlo, tal vez porque tienes miedo a que el plan que tiene Dios para ti sea diferente de lo que tenías en mente?

Si así fuese, sé valiente. ¡No te dejes vencer por el miedo! ¡Mira a todos estos jóvenes que ya han respondido! Les aseguro que: Dios no sólo llama. Él es también quien nos capacita para responder con el "¡Sí, Señor!" — como Jeremías en nuestra primera lectura y como Ramsés hoy.