Ordenación Diaconal de Daniel Ramos

Publicado: May 20, 2017

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en Iglesia del Inmaculado Corazón de María de North Little Rock (Marche) el sábado, 20 de mayo de 2017. Está basada en las siguientes lecturas: Sir 2:1-13; Hch 9:1-20; y Mt 4, 1-11.


Obispo Taylor

Cuando miré las lecturas que Daniel había elegido para su ordenación al diaconado, me sentí intrigado y edificado. Intrigado porque es poco común elegir la historia de las tentaciones de Jesús para una ordenación.

Edificado porque fue precisamente con esto que Jesús comenzó su ministerio público. Edificado porque así como Jesús, Daniel comprende claramente que hay serias tentaciones, serios obstáculos que tiene que enfrentar y superar para poder ejercer el ministerio público fielmente.

Mateo presenta un paralelismo entre la historia de Israel y el comienzo del ministerio público de Jesús. A ambos Dios les puso una prueba en el desierto, a los israelitas por 40 años y a Jesús por 40 días.

Este don de ti mismo será un signo de caridad pastoral y una inspiración a ello, al igual que una fuente de fruto espiritual en el mundo.

Ambos sintieron hambre, pero los israelitas se olvidaron de la providencia de Dios — ellos querían pan pero se olvidaron de que no sólo de pan vive el hombre.

Añoraban la prosperidad (Dt. 6, 10-13) pero en su frustración se rebelaron, exigiendo milagros. Jesús, por otro lado, se mantuvo fiel, a pesar de las pruebas a las cuales lo sometió Satanás, y por lo tanto demostró su entrega total a la voluntad de Dios con respecto a la misión que el Padre lo envió a cumplir y cómo lograrlo.

El punto decisivo en las tentaciones que Jesús enfrentó fue precisamente sobre cómo establecer el Reino de Dios.

Satanás intentó hacer tropezar a Jesús en el comienzo de su ministerio proponiéndole atajos que supuestamente lo capacitarían para evadir las dificultades y todavía cumplir con su misión, haciendo lo malo para poder lograr lo bueno, el fin justificando los medios, a saber: 1.) el mal uso de su poder; 2.) comprometiendo sus valores; y 3.) buscando la aclamación popular.

1.) Daniel, como ministro ordenado, gozarás de gran poder e influencia. Celebrarás los Sacramentos, proclamarás la palabra de Dios y te invitarán a muchos hogares las personas que aman la Iglesia y que tienen mucho respeto por ti.

Nunca uses mal ese poder e influencia para tu propia gratificación. Aunque él tuvo hambre, Jesús rehusó usar su poder para convertir las piedras en pan porque el impulso de hacerlo venía de Satanás. Así como Jesús, todos tenemos pruebas de hambre de muchas maneras, incluyendo el hambre relacionado con la castidad que experimentamos como hombres célibes — el mismo celibato que Jesús vivió y el cual prometes hoy.

Este don de ti mismo será un signo de caridad pastoral y una inspiración a ello, al igual que una fuente de fruto espiritual en el mundo. Eso no significa que siempre será fácil, pero la Escritura nos asegura que podemos confiar en que Dios nos proveerá maná del cielo para satisfacer todas nuestras necesidades.

2.) Como ministro ordenado hay muchas cosas que querrás lograr en el servicio del Señor, pero con esto viene el peligro de olvidarnos que la manera en cómo logramos estas cosas es realmente más importante que la cosa en sí.

Satanás tentó a Jesús a comprometer sus valores, a adorarlo a él, para que pudiera establecer su Reino universal en ese momento, sin tener que enfrentar todo lo que va incluido en el ministerio público, incluyendo la agonía en la cruz.

Si — por ejemplo — tu parroquia tiene un proyecto de construcción, tú podrías enfrentar la misma tentación de comprometer tus valores  para poder lograr tu ambición. O cualquier otra ambición. Así que recuerda que “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo adorarás”.

3.) Y como hombre con sentimientos, tal vez seas tentado a preocuparte más sobre ganar la admiración y la aprobación de la gente que decir y hacer lo que la fidelidad al Señor requiere. Satanás tentó a Jesús a tirarse de la parte más alta del Templo para impresionar a la muchedumbre y ganar prestigio.

¡Y las liturgias ego-intensivas pueden ser como pararte en la parte más alta del Templo!  Como dice la Escritura, “No tentarás al Señor tu Dios”. ¡Sólo a él le pertenece la gloria!

Así que, Daniel, ¿todavía quieres ser ordenado? Jesús fue tentado de la misma manera que nosotros pero nunca pecó, y él te dará toda la gracia que necesitas para superar todas las pruebas, 1.) usando tu poder e influencia como Dios quiere; 2.) siendo fiel en cómo llevas a cabo tu ministerio; y 3.) buscando sobre todo agradar a Dios en todo lo que haces … en cada Sacramento que administres como diácono y después como sacerdote, en cada homilía que prediques, y en cada encuentro que tengas con el pueblo de Dios.