Epifanía del Señor 2015

Publicado: January 4, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de Nuestra Señora de la Buena Esperanza en Hope y durante el Retiro de Discernimiento Vocacional Religioso para Mujeres en el Centro Católico San Juan en Little Rock, ambos el domingo, 4 de enero, 2015.

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Obispo Taylor

Una de las preguntas que la Iglesia tuvo que responder desde el principio fue si íbamos a ser una nueva religión o no. Jesús dijo que él fue enviado a las “ovejas perdidas de la Casa de Israel” es decir, a las personas en los márgenes, en vez que a las personas religiosas respetables y rectas.

Él no vino a fundar otro movimiento dentro del judaísmo para competir con sus compañeros fariseos o sus rivales saduceos, pero ya que pasaba el 99% de su tiempo hablando en público con los judíos, muchos de los primeros cristianos pensaban que el cristianismo era solamente una versión del judaísmo — judaísmo mesiánico, por ejemplo.

Así que si los gentiles querían convertirse, tenían que ser judíos primero. Pronto esto cambió y se determinó por el Concilio de Jerusalén en los Hechos de los Apóstoles que los gentiles podrían permanecer gentiles aún después de la conversión — no circuncisión. Seríamos una nueva religión, no solamente una versión del judaísmo, y cualquiera podría pertenecer tal como era. Fue en ese momento cuando la gente comenzó a comprender más a fondo el significado de la solemnidad de la Epifanía.

Luego le presentaron regalos simbólicos de quién es su Salvador y qué ha venido a hacer: oro para un rey, incienso para adorarlo como Dios, y mirra para sepultarlo después de su muerte sacrificial por nuestra salvación.

Aunque Jesús se enfocó en las personas en los márgenes, las ovejas perdidas de la Casa de Israel, y todas estas eran prácticamente judías porque ahí fue donde él ejerció su ministerio público, desde el comienzo de su vida hubo señales poderosas que indicaban la magnitud y dimensión universal de su misión. Una estrella apareció en el cielo, señalando el nacimiento del rey de los judíos recién nacido. Pero miren quién viene a adorarlo: hombres sabios del Oriente, no judíos, personas que no eran de su país o religión.

Ellos superaron serios obstáculos en su búsqueda: el malvado Rey Herodes, un viaje difícil en el desierto, incertidumbre sobre cuál ruta tomar. Pero ellos siguieron la estrella que los guio hasta su Salvador (a pesar de no ser judíos). Luego le presentaron regalos simbólicos de quién es su Salvador y qué ha venido a hacer: oro para un rey, incienso para adorarlo como Dios, y mirra para sepultarlo después de su muerte sacrificial por nuestra salvación.

Por eso llamamos este día la solemnidad de la Epifanía — la Manifestación — del Señor. Jesús se manifiesta como Salvador universal, no solamente el Salvador para una pequeña minoría dentro de un solo país.

La palabra “católico” significa “universal” y así es que esta fiesta también significa que así como Jesús busca el bienestar y la salvación de todos, especialmente de las “ovejas perdidas” en los márgenes de la sociedad — y así como vemos en los Reyes Magos, también en aquellos que no son de su religión o nacionalidad — también nosotros deberíamos buscar el bienestar y la salvación de todos, especialmente de las “ovejas perdidas” en los márgenes de la sociedad en nuestro propio tiempo, aún de aquellos que son muy diferentes a nosotros.

Los Reyes Magos nunca se convirtieron en ningún sentido formal y regresaron a su país de origen y a su manera de vivir previa. Pero Dios sí tocó sus corazones y les dio un papel importante en su plan de salvación.

¡Hoy se nos invita a ustedes y a mí a considerar qué papel ha elegido Dios para nosotros en su plan!  Ya que la misión de Jesús es universal, nuestro papel tendrá implicaciones universales. Frecuentemente comenzamos con la pregunta equivocada. Preguntamos: “¿Qué quiero yo hacer con mi vida? ¡No encontrarás tu papel en el plan de Dios de esa manera!

Había muchas estrellas en el cielo que pudieron haber elegido los Reyes Magos, pero no es así como funcionó. Tampoco funcionó así para la Iglesia primitiva, eligiendo y escogiendo cuáles de las enseñanzas de Jesús querían adoptar. La pregunta correcta es: ¿Qué quiere Dios que haga con mi vida? Cuál es la única estrella que me guiará a Belén, a mi Salvador, a quien puedo presentarle todo mi ser, toda mi vida y vivir exactamente como él quiere que yo viva … y de esa manera, presentar mis regalos a Jesús.

No solamente oro, incienso y mirra, sino más bien todo mi corazón, toda mi mente y toda mi voluntad — ¡estos son los regalos que cuestan más personalmente, y estos son los únicos regalos que realmente él quiere!