3er Domingo de Adviento, Año C, 2015

Publicado: December 13, 2015

Obispo Anthony B. Taylor predicada la siguiente homilía en Iglesia de Ntra. Sra. del Buen Consejo en Little Rock para un Misa de apertura del Año de la Misericordia el domingo 13 de diciembre de 2015.


Obispo Taylor

Estamos reunidos aquí en el inicio del gran Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco para marcar el 50º aniversario de la conclusión del Vaticano II. El propósito de este año santo es brindar el bálsamo sanador del amor y perdón de Dios a tantas personas como sea posible en todo nuestro mundo quebrantado.

En el pasado, la participación en un año santo requería viajar a Roma para poder recibir una indulgencia plenaria al pasar a través de puertas santas especiales en cada una de las cuatro basílicas principales, además de los requisitos usuales de arrepentirse por todos los pecados, la confesión sacramental, y recibir la Eucaristía y rezar por la intención del Santo Padre.

Una cosa que es verdaderamente extraordinaria sobre este año santo es que por primera vez en la historia, las puertas santas de la divina misericordia estarán abiertas en todas las diócesis, no sólo en Roma. Nuestra Puerta Santa está aquí en el Buen Consejo en Little Rock, pero además, se han hecho arreglos especiales para tener un mayor acceso en muchas otras parroquias en nuestra diócesis.

Nuestra doctrina sobre la comunión de los santos enseña que nos apoyamos mutuamente en el camino de la fe y que estamos unidos a Jesús y con uno al otro en la unidad sobrenatural del cuerpo místico de Cristo.

Pero ustedes aquí en el Buen Consejo tendrán el privilegio de recibir a peregrinos de todo Arkansas que llegarán aquí para encontrar a Jesús y recibir su misericordia y perdón. Los peregrinos serán dirigidos a nuestra puerta santa oficial aquí en el Buen Consejo a cualquier hora, pero especialmente en el primer sábado de cada mes comenzando en febrero, cuando los sacerdotes estarán disponibles para escuchar confesiones y la Misa será concelebrada, de este modo permitiendo a las personas recibir la indulgencia plenaria. Nuestra Casa de Formación también estará abierta ese día de igual manera.

Así que sería bueno aclarar lo que son las indulgencias. Después de todo, la razón principal de ir en peregrinaje hasta Roma era para recibirlas — y es por eso que estamos colocando esta puerta santa aquí en el Buen Consejo, ¡así que deben ser muy importantes.

En términos más breves, una indulgencia es una manera de reducir la cantidad de castigo temporal por el cual uno todavía tiene que pasar a causa de los pecados, de los cuales la culpa ya ha sido perdonada sacramentalmente. Funciona así: cuando pecamos no solamente ofendemos a Dios, también nos lastimamos nosotros mismos y a los demás.

En la confesión la culpa del pecado es perdonada inmediatamente — se limpia la herida — pero el proceso para sanar solo comienza, tanto el daño específico ocasionado y el apego persistente al pecado, la tendencia de caer nuevamente en el pecado — hábitos del pecado a los cuales todavía seremos vulnerables y con los cuales todavía tendremos que luchar.

Estos apegos persistentes no saludables deben ser purificados y sanar este quebrantamiento, ya sea aquí en la tierra o después de la muerte en el purgatorio. Esta sanación usualmente se realiza por medios naturales mediante nuestros propios esfuerzos, por ejemplo la aceptación paciente del sufrimiento, al volver a Dios en la oración, y por las obras de caridad.

Pero esta sanación también puede realizarse a través de medios sobrenaturales que llamamos indulgencias. Nuestra doctrina sobre la comunión de los santos enseña que nos apoyamos mutuamente en el camino de la fe y que estamos unidos a Jesús y con uno al otro en la unidad sobrenatural del cuerpo místico de Cristo.

Como tal, compartimos en los bienes espirituales de todos los santos, especialmente los méritos infinitos de Cristo — la fuente de perdón y sanación — a los cuales nos referimos como el “tesoro de la Iglesia”. Jesús le dio a la Iglesia el poder de desatar y atar, ¿correcto?

Así que la Iglesia puede administrar los beneficios de estos méritos, nuestra parte en la victoria de Jesús, para poder liberarnos de los apegos no dignos y del quebrantamiento persistente a causa de los pecados que ya han sido perdonados. Y la Iglesia viene a nuestro auxilio de esta manera no solamente como si ondeara una varita mágica, sino más bien considerando la oración y otras obras piadosas las cuales la Iglesia quiere fomentar para nuestro beneficio espiritual.

Así que vengan a la Puerta de la Misericordia durante este gran Jubileo de la Misericordia. A principios de esta semana celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción y recordamos que María fue no solamente sin pecado, sino que fue preservada de los efectos del pecado original desde el primer momento de su concepción.

Nosotros a cambio somos pecadores, ¡necesitamos que la misericordia de Dios esté disponible para nosotros de manera especial durante este año santo. Sin importar lo que hayan hecho, ¡los brazos de Jesús están abiertos para abrazarte con su amor sanador!