32º Domingo del Tiempo Ordinario, Año C 2022

Publicado: November 6, 2022

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía en la Iglesia de San Judas Apóstol en Jacksonville el domingo, 6 de noviembre de 2022.


Obispo Taylor

Aprendimos la mayor parte de lo que aprendimos por comparación con cosas que ya sabemos. Por ejemplo: Dicen que culebra de cascabel sabe igualito al pollo, así que si ya hayas comido pollo, ya sabes cómo sabe culebra de cascabel aun sin comerlas nunca.

Y es de modo parecido que la Biblia nos habla del cielo y del infierno. Dice que el infierno es como el fuego, así que, si ya te hayas quemado un dedo, ya entiendes lo muy terrible que será el infierno. Y el cielo: ¿Es cierto que las puertas serán de perla y las calles doradas? ¿Cuánto tiempo durará el banquete celestial? ¡Por los siglos de los siglos es mucho comer! Eso no es el punto.

La Biblia usa estas imágenes para enseñarnos lo muy bueno que será el cielo — y lo muy mal que será el infierno — pero estas imágenes no son más que imágenes, para ayudarnos imaginar, y Jesús aclara la diferencia entre las imágenes y la realidad en el Evangelio de hoy cuando dice a los Saduceos que no entienden lo que enseñan las imágenes de la Biblia por tomarlas muy literalmente, como si fueran la realidad y no sólo imágenes.

Aunque la forma en que nos relacionemos con nuestros seres queridos será diferente, también será mejor. Por un lado, nuestra relación no termina con su muerte. Seguimos unidos en nuestros recuerdos y oraciones.

Jesús nos enseña de cómo será el cielo por compararla a algo que ya sabemos, pero la realidad será así diferente de la imagen como el pollo es diferente de la culebra de cascabel. Los Saduceos discutan con Jesús, diciendo que su enseñanza de la resurrección de los muertos pudiera resultar en poliandria — ¡múltiples maridos al mismo tiempo en el cielo! No les preocupa poligamia, ¡un hombre viudo de siete esposas muertas!

Ellos consideraron a las mujeres como si fueran una cosa poseída por los hombres en su vida: dados por un hombre (su padre) a otro hombre (su marido) en matrimonio, casi como si fuera el traspaso de una esclava de un dueño a otro — y en su lógica, se podía poseer varias de estas cosas, varias esposas, al mismo tiempo.

Pero según su mentalidad, era diferente cuando se trataba de varios hombres con la misma mujer y era por eso que decían los Saduceos que la resurrección de los muertos era ilógica.

Aun Jesús enseñaba que ningún hombre podía servir a dos amos; aún menos puede una mujer servir a siete maridos, ¡todos con los mismos derechos irreconciliables a poseerla como su dueño único! ¡Ridículo! Pero Jesús contesta que ellos son los ridículos porque están pensando en un modo muy literal.

¡Nadie poseerá a nadie en la vida que viene! Ya que el matrimonio más sano en esta vida es necesariamente exclusivo, no se puede compararlo al gran amor inconcebible del cielo, que no es exclusivo ... al contrario, ¡abarca a todos! Así que en el cielo no habrá matrimonio como lo concebimos en esta vida, y así ni poliandria ni poligamia. Esos siete maridos serán mejores amigos, no rivales.

Y, por supuesto, en todo esto está implícito el hecho de que nos reuniremos con nuestros seres queridos en la próxima vida, ¡suponiendo que también lleguemos al cielo! Y aunque la forma en que nos relacionemos con nuestros seres queridos será diferente, también será mejor. Por un lado, nuestra relación no termina con su muerte.

Seguimos unidos en nuestros recuerdos y oraciones. Por otro lado, nuestras vidas continuarán desarrollándose y desarrollándose durante este tiempo de separación, y traemos todo eso con nosotros cuando entramos en la próxima vida. Entonces seremos diferentes de lo que éramos en el momento de su muerte ... con suerte mejor, más amorosos y más agradecidos.

Capaz de cumplir con todas las cosas que deseamos haber dicho y hecho cuando todavía estaban con nosotros en esta vida. Incluyendo cosas que no se nos ocurrieron en ese momento. ¡Ahora libre de todos los arrepentimientos!

Jesús nos enseña del amor de la vida que viene por compararlo a algo que ya conocemos. El amor del cielo es mucho más grande que el amor matrimonial de esta vida porque no será exclusivo, todos seremos plenamente libres, nadie poseerá a nadie, ni habrá rivalidades.

¡El amor del cielo será muy diferente del amor de esta tierra, lo mismo que culebra de cascabel es muy diferentes de piernas de pollo!