30º Domingo del Tiempo Ordinario, Año B 2021

Publicado: October 24, 2021

El Obispo Anthony B. Taylor preparó la siguiente homilía para la Misa de clausura de la Conferencia de Renovación Carismática Católica Hispana el domingo, 24 de octubre, 2021. Estaba programada para llevarse a cabo en el Centro de Convenciones de Fort Smith, pero fue cancelada debido a la pandemia COVID-19.


Obispo Taylor

El domingo pasado tuvimos una Misa especial en la Catedral para lanzar un proceso de consulta convocado por el Papa Francisco en preparación para una reunión de obispos en 2023. Esta reunión se llama un “sínodo sobre sinodalidad”, que es una manera elegante de decir un tiempo de “caminar juntos” mientras consideramos lo que el Espíritu Santo nos está pidiendo hoy.

Y aquí se nos anima a hacer un esfuerzo especial para incluir a las personas de la periferia: personas humildes que tienen una perspectiva que necesitamos escuchar, especialmente personas que se sienten alienadas de la Iglesia o de la sociedad.

Asistí recientemente en una conferencia sobre el llamado bautismal a ser “discípulos evangelizadores” de Jesús, discípulos que llevan la Buena Nueva de Jesucristo y la luz del Evangelio a los que aún no conocen al Señor, o que una vez lo conocieron y ahora se han descarriado. Y todo comienza con un encuentro personal con Jesús.

No podemos dar un testimonio eficaz de Jesús a menos que lo conozcamos nosotros mismos. Saber algo sobre él no es lo mismo que conocerlo. ¡No somos salvos por lo que sabemos, sino por quien conocemos! Jesús es nuestro redentor. Él vino a liberarnos del pecado y de la muerte y de todo lo que nos esclaviza. Algunos pueden invertir mucha energía en estudiar sus enseñanzas e incluso pasar mucho tiempo leyendo la Biblia, pero esto no dará frutos duraderos sin una relación viva con Jesús, nuestro compañero constante.

No podemos dar un testimonio eficaz de Jesús a menos que lo conozcamos nosotros mismos. Saber algo sobre él no es lo mismo que conocerlo. ¡No somos salvos por lo que sabemos, sino por quien conocemos! Jesús es nuestro redentor. Él vino a liberarnos del pecado y de la muerte y de todo lo que nos esclaviza. Algunos pueden invertir mucha energía en estudiar sus enseñanzas e incluso pasar mucho tiempo leyendo la Biblia, pero esto no dará frutos duraderos sin una relación viva con Jesús, nuestro compañero constante.

Ustedes, participantes de la renovación carismática se encuentran en una posición privilegiada para ser los discípulos evangelizadores que tanto necesita nuestro mundo hoy. ¡Ustedes conocen al Señor! Han experimentado su presencia en su corazón y pueden dar testimonio elocuente de la diferencia que ha marcado en su vida. Y permítanme señalar un don especial que ustedes pueden ofrecer al Señor en la parte de su viñedo que llamamos Arkansas.

Cuando yo era un niño, la Iglesia Católica en esta parte del país era muy pequeña. Incluso ahora tenemos 8 condados sin iglesia católica y 34 condados sin un sacerdote residente: ¡somos tierra de misión! Y en la última generación Dios nos ha bendecido con muchos inmigrantes católicos, especialmente de México y Centroamérica, ¡ustedes que están reunidos aquí hoy!

Pero muchos de nuestros inmigrantes viven ahora en lugares donde antes no había católicos. Por eso, en la última década, los católicos hispanos han establecido nuevas comunidades en Lincoln y Decatur y un nuevo templo en Warren. Y antes de eso, las Iglesias en Glenwood y Wickes y el centro parroquial en De Queen, todas ellas de habla hispana.

Pero hay otros lugares con inmigrantes medio olvidados, y ustedes, los carismáticos católicos de Arkansas, están en una buena posición de alcanzarlos. Pueden ir a la periferia y traerle la Buena Nueva, estableciendo grupos de oración en cada condado de nuestro estado. ¡Es así como comenzaron las Iglesias en Lincoln y Decatur!

En el evangelio de hoy, Jesús le devuelve la vista a un hombre llamado Bartimeo. No sabemos qué causó su ceguera, pero sus consecuencias negativas no fueron solo físicas: es un mendigo, depende de la caridad de los demás, era una carga para la sociedad.

Él estaba en la oscuridad tanto física como espiritualmente, y lo mismo es cierto para tantas personas hoy, por lo que el Papa Francisco ha pedido este tiempo de caminar juntos en el Espíritu Santo, pidiendo a Dios que elimine nuestra ceguera y nos ayude a traer la luz del Evangelio a los que hoy están en tinieblas, especialmente a los que están en la periferia, a los que tantas veces ignoramos.

En el evangelio de hoy vemos que Dios envió a Jesús para liberar a Bartimeo tanto física como también espiritualmente. Ahora no era ni ciego ni mendigo. Estaba "siguiendo a Jesús en el camino". Y Jesús también puede liberarte y luego usarte para llevar esa misma libertad a otros. Grita con fe como lo hizo Bartimeo: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí” y Jesús también te responderá: ¡para curarte, perdonarte y liberarte!