28º Domingo del Tiempo Ordinario, Año C

Publicado: October 13, 2019

El Obispo Anthony B. Taylor predicó la siguiente homilía durante una Misa con la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén en la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Fort Smith el sábado, 12 de octubre de 2019, y para el Retiro de los Misioneros Vicentinos Laicos para hombres en el Centro de los Misioneros Vicentinos Laicos en North Little Rock y en la Parroquia Universitaria de San John Newman en Jonesboro el domingo, 13 de octubre de 2019.


Obispo Taylor

¿Quiénes son las personas que te han ayudado a convertirte en la persona eres hoy? Uno de ellos era seguramente tu maestra de primer grado. Ella te enseñó a leer y escribir, ¡y qué diferencia ha marcado en tu vida! Muchos de nosotros tenemos trabajos que requieren que sabemos cómo leer y escribir. Entonces, ¿te sientes agradecido con esa maestra cada vez que lees algo? ¿O te habías olvidado de ella hasta ahora cuando te recordé a ella?

En el Evangelio de hoy, Jesús se encuentra con 10 leprosos. Tenían una enfermedad contagiosa, desfigurante y eventualmente fatal para la cual no había cura médica. Le pidieron a Jesús que se apiade de ellos, así que él intervino y los curó. No solo marcó la diferencia en sus vidas, sino que literalmente les devolvió la vida, los devolvió a sus familias y a la sociedad de la cual habían sido puestos en cuarentena.

Ahora ya no tenían que mendigar, podían regresar a sus ocupaciones anteriores, pues sus trabajos dependían de que no tuvieran una enfermedad contagiosa. ¡Sin embargo, solo uno de ellos regresó para agradecer a Jesús! Estoy seguro de que los otros 9 se sintieron agradecidos, pero él fue el único que regresó para decirlo.

¿Cuándo fue la última vez que dijiste gracias a tu esposa o madre por cocinar todas esas comidas y lavar toda esa ropa? ¿O a su esposo o padre por todo lo que hace para mantener a su familia? Muchos matrimonios y familias serían mucho más felices si los miembros se agradecieran más a menudo.

Comencé esta homilía invitándote a pensar en las personas que han marcado la diferencia en tu vida, personas por las que estás agradecido. ¿Cuándo fue la última vez que dijiste gracias a tu esposa o madre por cocinar todas esas comidas y lavar toda esa ropa? ¿O a su esposo o padre por todo lo que hace para mantener a su familia? Muchos matrimonios y familias serían mucho más felices si los miembros se agradecieran más a menudo.

Una actitud de gratitud comenzaría a arraigarse en el hogar y extenderse a los niños que naturalmente imitan el conducto de sus padres. Cuanto más dices gracias, más fácil se vuelve y pronto encontrarás aún más cosas por las que estar agradecido. Cosas que ni siquiera habías notado antes. ¡Esta actitud de gratitud hace toda la diferencia en el mundo! Cambia quién eres por dentro. Te sientes más feliz y comienzas a tener una sonrisa en la cara la mayor parte del tiempo.

Pero como los ahora-sanados leprosos en el Evangelio de hoy, tienes que expresar esa gratitud con palabras ... y cuanto más expresas tu gratitud por estas cosas y por estas personas en tu vida, lo más agradecido te sientes. Esa actitud de gratitud se aumenta con el uso y te pone en una espiral ascendente constante.

Y lo mismo es cierto en nuestra relación con Dios. ¿Qué actitud traes a tu adoración? ¿Vienes a la Misa lleno de la misma gratitud por la diferencia que Jesús ha hecho en tu vida que vemos claramente en el único leproso que regresó para dar gracias en el Evangelio de hoy, o solo tomas la presencia de Jesús en tu vida por sentado, como los otros nueve?

Jesús te salvó, te liberó de la lepra contagiosa y desfigurante de tus pecados y sanó tu quebrantamiento, sea lo que sea — o seguramente está dispuesto a hacerlo, sobre todo por medio del sacramento de reconciliación si sufres de alguna clase de lepra espiritual (hábitos de pecado, adicciones) se ha apoderado de tu vida. Y ahora estás en su Iglesia, el mejor lugar para caer a los pies de Jesús y agradecerle porque él está realmente presente entre nosotros, siempre cuando dos o tres están reunidos en su nombre, y especialmente en la Eucaristía, una palabra que significa literalmente “acción de gracias” en griego.

Si se reúne todas las semanas para dar gracias a Jesús, realmente y no solo con palabras, conscientemente dando gracias, no solo dedicando su tiempo, esta actitud de gratitud comenzará a arraigarse en ti y pronto encontrarás aún más cosas por las que estar agradecido, y así te encontrarás en una espiral ascendente constante en tu relación con Dios y con todos los demás, y esto te cambiará por dentro.

En nuestra relación con Dios, esta actitud de gratitud hace toda la diferencia, y no solo en este mundo, sino también más importante, ¡en el próximo!