Jacob roba la bendición de su padre y se gana el favor de Dios

Publicado: July 16, 2011

Este es el 2º artículo de una serie de trece

Por Clifford M. Yeary
Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock

A Hollywood le encantan los superhéroes. Pero es porque también nos encantan a la mayoría de nosotros. Si no, ¿para qué lo harían? Parece que cada vez más muchos de estos héroes tienen serios fallos en su personalidad. El Batman del cine moderno no es el de los cuentos gráficos de antaño.

A menudo esta tendencia a mostrar los fallos en la composición heroica parece destinada a revelar una profundidad interior más profunda de lo que de otra manera parecería un estereotipo muy plano. A medida que los superhéroes luchan con sus propias tensiones, descubrimos su humanidad y se ganan nuestra simpatía junto con nuestra admiración. Es cuando están despojados de sus máscaras cuando se hacen más interesantes.

La Biblia está llena de muchos personajes que parecen más grandes que la vida misma. Algunos de ellos parecen tener poderes fenomenales concedidos por Dios. Pero muchos de estos héroes también vienen con serios fallos.

En la Escritura, esta realidad no es simplemente un intento de ganarse nuestra simpatía. Más bien se dirige, en parte, a llevar nuestra atención al hecho de que Dios hace muchas cosas por nosotros a pesar de nuestro pecado.

Así y todo, esto significa que las páginas de la historia de la salvación están llenas de personajes fascinantes. Uno de los más atractivos es Jacob, según se refleja en Génesis 25,29—34,27.

Jacob, el hijo más joven de Isaac, nieto de Abraham y Sara, es central para la historia de cómo el antiguo Israel llegó a ser un pueblo a través del cual Dios revelaría la alianza de la salvación. Y sin embargo a nosotros, como lectores, sin nos gustan las artimañanas de Jacob probablemente sea porque a la mayoría de nosotros nos gustan los pillos. El autor del Lazarillo de Tormes parece haber puesto algo del personaje de Jacob en tanto el lazarillo como el ciego.

Rebeca, la madre de Jacob, casi había renunciado a tener hijos, pero después de que su esposo Isaac oró por ella, concibió a gemelos. Los dos pelearon en el vientre hasta el día de su nacimiento. En una época en que ser el primogénito significaba todo, el más pequeño vino al mundo agarrado al talón de su hermano mayor, Esaú. Era un signo de que minaría la herencia legítima de su hermano, y el más pequeño recibió un hombre hebreo apropiado para un usurpador: Jacob.

Se describe a Esaú como un chico robusto, con bastante vello y pelirrojo. Es más, es cazador, mientras que Jacob prefiere cuidar del campo más cerca de casa. Llegó un día en que Esaú vino a casa de una excursión de caza fracasada, y encontró a Jacob haciendo un guiso. Hambriento, le pide a su hermano un plato, y escucha que eso le va a costar su herencia. Con poca atención a lo que estaba oyendo, Esaú accede a la exigencia de Jacob y se come el guiso. Las consecuencias son impresionantes.

Jacob es claramente el favorito de su madre y, aunque es listo y maquinador, ella está decidida a darle todas las ventajas. Cuando el anciano y casi ciego Isaac decide que ha llegado la hora en que debe entregar su bendición patriarcal a Esaú, Rebeca disfraza a Jacob como Esaú y lo envía a Isaac con un plato de comida sabrosa. Esaú, mientras tanto, está cazando para la comida del día de la bendició.

La bendición de Isaac es equivalente a un testamento, pero tiene un poder profético, y cae sobre el Jacob disfrazado. No importa que Isaac fuera engañado. Ahora serán Jacob y sus descendientes los que lleven a cabo las promesas divinas entregadas a Abraham, el padre de Isaac.

Pero hay un precio para esta trampa. Por miedo a la ira vengativa de Esaú, Jacob escapa a otra tierra a buscar esposa. Su futuro suegro, sin embargo, será su rival en maquinaciones y pillería.

Después de trabajar siete años por la promesa de casarse con la bella Raquel, le quita el velo a la novia y ¡se da cuenta de que se ha casado con la hermana mayor! Catorce años y muchas trampas más tarde, cuando Jacob por fin regresa a casa, tendrá que enfrentarse a Esaú y a la posibilidad de su venganza.

Las opciones de Jacob no resultan en una vida feliz. Años más tarde, la falta de armonía entre sus propios hijos lo perseguirá hasta casi el final de sus días. Dios, sin embargo, nunca lo abandona, llegando incluso a pelear con él literalmente.

En un encuentro de gracia, una misteriosa figura se une a Jacob en la orilla de un arrollo y lucha con él hasta que Jacob queda herido y cojo para el resto de su vida. Pero también bendice a Jacob y le da un nuevo nombre, Israel, un nombre para quien lucha con Dios. Será el nombre que lleve toda su posteridad.

Preguntas para la reflexión y discusión
  • ¿Hacia qué tipo de personajes de las narraciones bíblicas sientes más atracción? ¿Y de las películas o literatura?
  • ¿Por qué era tan importante la bendición de Isaac?
  • ¿Qué evidencia existe de que Jacob quizá fuera más digno de la bendición de Isaac que Esaú (ver Génesis 25,29-34)?
  • Describe la personalidad de Jacob. ¿Por qué piensas que Dios lo escogió para heredar la promesa?

 

Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 16 de julio de 2011. Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.